El valle de Baïgorry cuenta con innumerables pequeñas carreteras que es un placer descubrir. La estética de los paisajes que se atraviesan está a la altura del esfuerzo necesario para superar las cortas pero empinadas subidas. El llano nunca dura mucho aquí, pero el esfuerzo siempre se ve recompensado. Los pueblos encontrados son excelentes miradores para disfrutar durante las pausas contemplativas. Ya sea en los viñedos, en los prados o en los bosques, el verde es omnipresente, con el rojo de la tierra y el blanco de las casas como recuerdo de la ikurriña. Para disfrutar de esta inmersión entre la naturaleza, la cultura y la historia, una bicicleta con asistencia eléctrica le permitirá superar las pocas dificultades sin problemas. Al final de la ruta, las orillas de la Nive des Aldudes ofrecen un lugar bucólico para disfrutar de unas lonchas de jamón "Kintoa" y de queso "Ossau-Iraty".
Aucun marquage
Bucle
De 1 a 2 horas
Natural