Es curioso que esta iglesia esté ubicada por debajo de la ciudadela, y construida en un terreno en cuesta. Según la tradición popular, en los siglos IX o X –época de las invasiones normandas–, un sacerdote escondió en el tronco de un árbol hueco una imagen de madera de la Virgen amamantando al Niño, para ponerla a salvo de los saqueos. Cuenta la leyenda que, dos siglos después, una pastora encontró dicha imagen en el mismo tronco, por lo que se tomó la decisión de construir la iglesia en este lugar. Podemos contemplar en una de las vidrieras la representación de esta historia. En el atrio delantero de la iglesia se yergue un humilladero (o «calvaire», en francés) esculpido, que relata en especial la Pasión de Cristo. Hasta mediados del siglo XIX, también se encontraba en este lugar el cementerio de Rochefort.
Al entrar, llama la atención la inclinación de las columnas, que indica que ha habido corrimientos de tierras hacia el Sur, y luego hacia el Oeste. Para evitar que la iglesia se hundiera, se construyeron unos contrafuertes, lo que hacia el Sur hizo posible levantar una nave colateral adicional paralela a la central, y hacia el Oeste, prolongar la nave central y obtener el espacio suficiente para la construcción de una tribuna. En 1498, Juan IV de Rieux Rochefort fundó, gracias a los 100.000 escudos de oro entregados por Ana de Bretaña, un colegio de siete canónigos para rezar por el eterno descanso de las almas del señor y su familia. En el coro del altar, aún son visibles las sillas esculpidas. En 1925, Rochefort-en-Terre se convirtió en Ciudad Mariana, ocasión con la que se encargaron dos nuevas vidrieras: en 1926, la del trascoro, que está decorada con la Sagrada Familia, y en 1927, la de la pastora encontrando la imagen de la Virgen en el tronco del árbol.
Tome la Rue ND de la Tronchaye, tuerza a la derecha por la calle Grande Venelle, y luego suba por la calle Venelle de l’Étang. Llegará a la Rue du Porche.