Pase entre la borda y la sala de ordeño para dirigirse a un pequeño valle herboso por el que debe continuar caminando hasta llegar a la entrada del bosque. A partir de ahí, el paisaje cambia completamente: se encuentra en una zona de lapiaz cubierta de árboles. Siga el camino excavado en la roca o pavimentado por nuestros antepasados para facilitar el paso en lo que el geógrafo francés Georges Viers llamó "el infierno del lapiaz". Atraviese un pequeño paso y baje en zigzag. El camino cruza una pista forestal y, tras más giros, conduce a una enorme meseta: la llanura de Eltzarre.