En el siglo VIII, un bretón llamado Emilion, nacido en Vannes y famoso por sus milagros, decidió abandonar su tierra natal para retirarse y dedicarse a la oración. Recorre la costa atlántica, se hace monje y se instala en Ascumbas, antiguo nombre de la ciudad de San Emilión. Junto con algunos discípulos benedictinos, fundó allí la primera comunidad religiosa y evangelizó a la población, creando una gran ciudad monástica a la que los fieles dieron su nombre. A lo largo de los siglos, varias comunidades religiosas se instalaron en el pueblo, atraídas por el culto a Emilion, como atestiguan los numerosos monasterios, conventos e iglesias que aún se pueden contemplar hoy en día. Entre los siglos VIII y XVIII, benedictinos, agustinos, franciscanos, dominicos y monjas ursulinas convivieron en el corazón del pueblo.