El macizo de Larla albergó en su seno abundantes explotaciones mineras que datan de la antigüedad (del siglo IV a.c hasta el siglo II d.c), aunque está actividad perduró hasta principios del pasado siglo. La ausencia de árboles y la presencia aún visible de algunas de las infraestructuras mineras, son testigo de un pasado que se explica a lo largo del camino a través de diversos paneles informativos.