En el recodo de una calle o de un camino, a veces te encuentras con árboles un poco diferentes a los demás. Cubierto de guirnaldas, atado con flores, el árbol de mayo (o maiade) se erige en honor de un vecino, un amigo, un cargo electo, un distrito... Se le despoja de sus ramas y se le lleva, a veces durante el día seguido por una procesión tumultuosa, a veces por la noche escoltado en una algarabía de susurros excitados. Tradicionalmente, tres coronas decoran estos árboles, que crecen cada primavera. Todos participan en la decoración del árbol, especialmente los niños, que son los portadores, si no del árbol, de la tradición que lo acompaña para las generaciones futuras.