En el siglo XIX, el suministro de agua seguía realizándose a través de pozos excavados que podían estar contaminados, sobre todo por los excrementos de los animales, un verdadero problema de salud pública. Henri Crouzet, ingeniero de Ponts et Chaussées, encontró la solución instalando numerosos pozos de filtración en las Landas. Estos pozos están revestidos con un suave revestimiento a base de cal que garantiza un buen sellado de las paredes. Una capa de guijarros y carbón vegetal en el fondo del pozo también filtra los componentes orgánicos indeseables. En Saint-Girons, el primer pozo filtrante que se construyó fue redescubierto por accidente, durante unas obras en el centro de la ciudad. Desde entonces, una pirámide de cristal protege este ingenioso tesoro y lo expone a la vista de los transeúntes.