Desde hace siglos, muchos peregrinos se desvían de su ruta para venir a admirar la iglesia de Lévignacq y su campanario. Construido en el siglo XIV, este edificio protegido se distingue por un magnífico techo de roble pintado. Grandes cuadros como los Desposorios de la Virgen y la Agonía de Cristo adornan las paredes de la iglesia.
Lo más destacado es la clara distinción pictórica entre el cuerpo principal de la iglesia y la bóveda del coro. Ocultas durante siglos bajo el yeso, estas escenas del Antiguo Testamento son testigos mudos del paso del tiempo y de las generaciones que lo han atravesado.