Cuenta la historia que los monjes benedictinos del monasterio de Carboeiro ya usaban las aguas mineromedicinales de A Brea. A finales del siglo XIX llegó la fama a un pequeño recinto ubicado en la parroquia de Merza en el que se recibía a más de 400 personas al año. Así, las instalaciones fueron mencionadas por el médico Nicolás Taboada Leal, quien hablaba de su importancia pero también de su desaprovechamiento. Un siglo después se construyó el balneario, cuyas aguas fueron declaradas de utilidad pública en 1994. Este municipio está rodeado de unos espléndidos paisajes, regados por los ríos Ulla y Deza, aunque el paraje más impresionante es la cascada del río Toxa, a muy poca distancia del balneario.