Cada pueblo tiene su propio original, su propio loco, su propio excéntrico local, cuya particularidad es animar la vida de la comunidad. A partir de los años 20, Léon acogió a un curioso personaje: Loys Labèque. Vagabundo con tendencias anarquistas, aventurero con una vena mística, también fue tocado por la fe cristiana y escribió poemas misteriosos para el común de los mortales. Originario de Léon, descansará allí hasta el final de sus días, en 1941, en la Villa Agnoutine. Para algunos habitantes, el recuerdo de este extraño hombre que rondaba las calles permanece, "panamá amarillo, gafas y lavalier negro, cuello falso y puños de celuloide de dimensiones inolvidables".